RASGOS CARACTERIZADORES DE LA EDUCACIÓN ADVENTISTA
Desde la humilde escuela iniciada en Batlle Creek, en 1872, ha emergido uno de los más notables sistemas escolares protestantes del mundo, la educación adventista. Proveer para la formación espiritual de mediante la educación cristiana es una creencia fundamental del Adventismo.
Ellen White procedió a formular principios que son notablemente actuales en su aplicación: la variedad en los métodos de instrucción, la educación del carácter, la educación para el hogar, el énfasis en el pensamiento crítico, la importancia de la educación física, los conceptos de escuela para el trabajo, la escolaridad temprana apropiada al desarrollo del niño, la eficiencia en las destrezas básicas, el aprendizaje para el dominio, los objetivos conductuales.
Orígenes de la filosofía adventista de la educación.
En el libro La educación, Ellen White afirma que el Jardín del Edén era el hogar de nuestros primeros padres. No solamente era su primer hogar, sino que fue su primera escuela: “El Jardín del Edén era la escuela, la naturaleza era el libro de texto, el Creador mismo era el instructor, y los padres de la familia eran los estudiantes” (p. 20).
Adán y Eva, los primeros estudiantes, fueron creados para ser “la imagen y Gloria de Dios.” Su apariencia física, sus facultades intelectuales, sus dones espirituales llevaban la semejanza de su Hacedor.
El conocimiento de la naturaleza, el conocimiento de Dios y Su amor, las grandes verdades espirituales, y la formación del carácter formaron el primer currículum. En adición a los fines intelectuales, Dios en su infinita sabiduría y amor incluyó el trabajo manual en el currículum para desarrollar sus poderes físicos y mentales. La Sra. White comenta, “La ocupación útil les fue concedida como una bendición, para fortalecer el cuerpo, expandir la mente y desarrollar el carácter” (p. 21).
Jesús el Maestro: su Método
Cuando Nicodemo vino a Jesús de noche, dijo, “Conocemos que eres un maestro venido de Dios.” (Juan 3:2). Maestro era el título predominante por el que a Jesús se dirigían durante su vida terrenal. La palabra griega traducida como “maestro” es el equivalente al Hebreo “Rabbi,” el título común de respeto para un distinguido profesor.
Los métodos de Cristo pueden ser mejor explicados y apreciados después de examinar su misión, su preparación para el ministerio, sus calificaciones, el alcance de su enseñanza, su contenido y su base filosófica.
Su Misión. Jesús definió su misión como la de liberar a los cautivos, sanar a los afligidos, restaurar la vista a los ciegos y alumbrar al mundo con la verdad (Lucas 4:18,19). Vino para arrebatarle el reino a Satanás (Lucas 4:5-8); para mostrar a los seres humanos cómo aplicar los principios del cielo a la vida diaria (Mat. 4:4). Para realizar su misión, Jesús tuvo que instruir (Isa. 42:5-7) y separar la verdad de la mera filosofía humana. Él vino a revelar a la humanidad el verdadero conocimiento de Dios (Isa. 40:5; Juan 14:9).
La preparación de Jesús para su ministerio incluía el trabajo útil, el estudio de las Escrituras y la naturaleza, y las experiencias de la vida. Recibió su primera educación de los labios de su madre y en la carpintería de su padre. De este modo su primera educación fue completa, cubría los dominios cognitivo, afectivo, psicomotor y “espiritual”.
Aquellos que oyeron a Jesús hablar reconocieron su autoridad. Sus palabras y carácter inspiraban respeto, mientras sus milagros daban evidencia de unción y aprobación divina. Su enseñanza abarcaba el mundo. Su público consistía de personas de todas las edades y caminos de la vida. Su conversación con la mujer en el pozo mostró que Él no hacía acepción de personas, y que su misión era buscar y salvar a los perdidos sin importar su nacionalidad, credo, o raza.
Su Base Filosófica. Cuando Jesús declaró, “Yo soy el camino, la verdad, y la vida,” presentó las tres grandes preguntas de la vida en orden inverso a lo que es habitual. Youngberg continúa explicando la base filosófica de Jesús en esta declaración. Primero, Él es el camino (axiología) – todo lo que es bueno y hermoso es encontrado en Cristo (Col. 2:9). Él es la verdad (epistemología) –“La gracia y la verdad vinieron a través de Jesucristo” (Juan 1:17). Él es la vida – Vino para que la humanidad pudiera tener una existencia que es medida con la vida de Dios (Juan 3:16). Es la verdad que conduce a la vida (ontología). “Ahora ésta es la vida eterna: que Te conozcan a Ti, el único verdadero Dios, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).
Consideraciones filosóficas adventistas fundamentales son:
a. Los niños y los jóvenes son considerados un valioso tesoro que Dios confió a su pueblo.
b. La Biblia constituye la base y el punto de referencia en todas las actividades educativas. Todo el programa escolar y extraescolar debe reflejar la cosmovisión y los principios de las Escrituras.
c. Los docentes y estudiantes abordan cada disciplina bajo una perspectiva bíblica, confiados en que el espíritu que inspiró a los escritores de la Biblia, iluminará a sus lectores.
d. Jesucristo ocupa un lugar privilegiado en la vida de cada institución educacional.
e. Los educadores internalizan y viven los principios del cristianismo.
f. Todo el programa escolar tiene como propósito restaurar en el ser humano su condición ideal primigenia.
g. Los reglamentos de conducta estudiantil son pocos, claros y aplicados con el propósito redentor.
h. Cada individuo tiene la capacidad de orientar su conducta en un contexto de libertad responsable.
i. Toda la verdad auténtica tiene su origen en Dios.
j. El ideal supremo de la existencia es el servicio a favor de otros seres humanos, motivado por el amor de Dios y utilizando los talentos que él nos confió.
k. Las cualidades valorizadas son la justicia, la comprensión, la tolerancia, la simpatía, la cortesía adventista, la compasión activa, la laboriosidad honesta, la generosidad y la benevolencia para con el necesitado.
La educación afecta decisivamente la naturaleza y la existencia humana, en cuanto es capaz de introducir modificaciones ontológicas esenciales: puede actualizar las potencias y transformar las capacidades en habilidades; permite transitar desde cienos grados de ignorancia hasta impensados campos de conocimiento; atenúa los impulsos animales que subyacen y se manifiestan en el hombre; estimula la imaginación y la idealidad; sitúa y ordena existencialmente una cierta carga valórica; orienta ideológicamente la vida; vincula social, cultural e históricamente y, según las creencias, enlaza la vida a lo contingente terreno o a la aspiración de religarse con lo trascendente divino.
Toda concepción educativa se funda en una visión del mundo y de la vida; en una idea acerca de la existencia del hombre, de su esencia, de las instituciones o configuraciones sociales y culturales que es capaz de crear. En último término, la educación se realiza en el hombre y tiene al propio hombre como su objeto formal y material.
La educación como concepto y como realidad está esencialmente unida al hombre. Ella procede del hombre, se da en el hombre, se ordena en el hombre y enriquece la vida del hombre. Sin embargo, la educación parece no ser del hombre. ¿Cuál puede ser la relación entitativa entre hombre y educación? ¿Qué dimensiones estructurales presenta la educación como ser en sí misma? ¿Cómo opera la educación respecto a la vida humana, respecto a la sociedad, respecto al saber? Éstas y otras preguntas son materias de la Filosofía de la Educación. La educación no puede ejercerse sin una radical reflexión acerca del hombre, de la existencia, del mundo y de Dios. Y esta reflexión es esencialmente filosófica.
Una filosofía de la educación se basa en el concepto que los creadores de un sistema educacional tengan acerca de la naturaleza del hombre, su origen y el propósito de su existencia. Sólo cuando se han aclarado estas vitales cuestiones de la antropología filosófica es posible idear un sistema educativo capaz de ayudarnos a satisfacer nuestras necesidades y alcanzar el propósito de la vida.
La educación adventista, un ambiente
Estableciendo un campus o un local escolar en el cual el estudio y el trabajo ocurren dentro del marco de la fe cristiana, la institución educativa adventista está comprometida con la creencia de que el conocimiento y la acción pueden transformar con poder creativo en mejores condiciones la sociedad cuando los individuos ven sus vidas íntegras como dones al servicio de un amante Creador.
La planta física— el campus, los edificios y las aulas en particular— pueden mejorar (o inhibir) la enseñanza y el aprendizaje. La relación entre el aprendizaje y el diseño de los espacios instruccionales dentro de las escuelas está bien documentada en la literatura profesional reciente.'Esto, sin embargo, ha sido pobremente entendido a través de toda la historia. Los antiguos griegos veían la escuela como cualquier lugar donde un profesor y sus estudiantes se reunían, a menudo al aire libre. El profesor, como depositario del conocimiento, era central para el aprendizaje, en tanto que el ambiente era considerado irrelevante.
En verdad, la idea de que la planta física pudiera estar en las manos de los profesores no existía antes de los tiempos recientes. Empero, actualmente encontramos un nuevo concepto emergiendo— la idea de que las dependencias de la planta física juegan un rol en el aprendizaje que es independiente del profesor. La planta física es así vista no solamente como una herramienta de enseñanza que puede ser utilizada por los profesores creativos, pero también como un profesor más. En otras palabras, sea para bien o para mal, la planta física enseña.
El ambiente escolar es el espacio físico y las relaciones que en él ocurren. Debe contener todos los elementos necesarios para la consecución de todos los objetivos y principios metodológicos pertinentes en el proceso formador adventista:
a) Sala de clases. La sala de clases será el primer ambiente formal para que el sujeto construya y practique la ciudadanía.
“El sistema de educación mantenido por generaciones, ha sido destructivo para la salud, e incluso para la propia vida. Muchos niños han pasado cinco horas por día en salas de clases mal ventiladas, sin suficiente espacio para una saludable acomodación de los alumnos. El aire de esas salas queda en breve envenenado para los pulmones que lo inhalan. Niños, cuyos miembros y músculos no son fuertes, y cuyo cerebro incluso no se halla desarrollado, han sido conservadas puertas adentro, para daño suyo. Muchos no tienen sino escasa reserva con que comenzar la vida, y el confinamiento en la escuela día a día, los hace nerviosos y enfermos. Su cuerpo es impedido de crecer en virtud de la exhausta condición de sus nervios.” (White, CPE, p. 77-8)
b) Área libre. “Teniendo en vista el desarrollo integral, es imprescindible que toda escuela disponga de una área libre, donde los alumnos puedan encontrar la alternancia necesaria entre el esfuerzo físico e intelectual, encontrando en ella también referenciales del Dios creador, representados por elementos de la naturaleza. Educad a los niños y jóvenes la considerar las obras del Artista por excelencia, e imitad las gracias atractivas de la Naturaleza en la edificación de su carácter.” (Ibíd., p. 188)
c) Edificio escolar. Todos los elementos constitutivos del edificio escolar deben colaborar para la formación del carácter necesario para la práctica de la ciudadanía. De esta forma, al ser construido y/u organizado, se debe tener en cuenta la salud física, mental y espiritual de todos los que allí convivan.
Como ambiente físico, la escuela adventista requiere considerar las siguientes orientaciones: (Becerra)
• La ubicación de la institución se elige teniendo en cuenta el desarrollo religioso óptimo de estudiantes y profesores.
• El plantel se levanta lejos de las ciudades, con lo que se facilita el aire puro, el contacto con la naturaleza, el trabajo manual útil y la meditación. Hay, a distancia accesible, uno o más centros urbanos en los que la institución realiza, actividades evangelizadoras y de servicio comunitario.
• El diseño de la planta física favorece las relaciones humanas y coloca al templo en un sitio central. Hay capillas en las residencias estudiantiles y lugares de meditación.
• Se emplean símbolos cristianos (esculturas, decoraciones), ornamentaciones (cuadros, citas).
• “Teniendo en vista el desarrollo integral, es imprescindible que toda escuela disponga de una área libre, donde los alumnos puedan encontrar la alternancia necesaria entre el esfuerzo físico e intelectual, encontrando en ella también referenciales del Dios creador, representados por elementos de la naturaleza. Educad a los niños y jóvenes a considerar las obras del Artista por excelencia, e imitad las gracias atractivas de la Naturaleza en la edificación de su carácter.” (Ibíd., p. 188)
Todos los elementos constitutivos del edificio escolar deben colaborar para la formación del carácter necesario para la práctica de la ciudadanía. De esta forma, al ser construido y/u organizado, se debe tener en cuenta la salud física, mental y espiritual de todos los que allí convivan.
• La ubicación de la institución se elige teniendo en cuenta el desarrollo religioso óptimo de estudiantes y profesores.
• El plantel se levanta lejos de las ciudades, con lo que se facilita el aire puro, el contacto con la naturaleza, el trabajo manual útil y la meditación. Hay, a distancia accesible, uno o más centros urbanos en los que la institución realiza, actividades evangelizadoras y de servicio comunitario.
• El diseño de la planta física favorece las relaciones humanas y coloca al templo en un sitio central. Hay capillas en las residencias estudiantiles y lugares de meditación.
• Se emplean símbolos cristianos (esculturas, decoraciones), ornamentaciones (cuadros, citas).
• “Teniendo en vista el desarrollo integral, es imprescindible que toda escuela disponga de una área libre, donde los alumnos puedan encontrar la alternancia necesaria entre el esfuerzo físico e intelectual, encontrando en ella también referenciales del Dios creador, representados por elementos de la naturaleza. Educad a los niños y jóvenes a considerar las obras del Artista por excelencia, e imitad las gracias atractivas de la Naturaleza en la edificación de su carácter.” (Ibíd., p. 188)
Como ambiente psicológico, debe tenerse siempre presente que:
• “El amor, base de la creación y de la redención, es el fundamento de la verdadera educación." (La Educación, p. 13). Por ello, debe manifestarse amor en las clases, en los actos, en las palabras y actitudes.
• Una educación concebida como redentora implica el establecimiento de relaciones interpersonales que sean gratificantes y placenteras, y la creación de un clima organizacional y un ambiente escolar marcados por el aprecio, la aceptación, el respeto y la confianza, donde cada individuo es reconocido como digno en sí mismo.
• Las interacciones reflejan un libre flujo de la comunicación, favoreciendo relaciones abiertas y directas entre todos.
• Es conveniente unificar criterios, fomentado el diálogo e intercambiando experiencias, y considerar a los alumnos y a los miembros del personal como hijos de Dios y como nuestros propios hermanos, interesándose en sus problemas personales, escuchando sus confidencias y/o preguntas, manifestándoles confianza y apoyo.
El espacio escolar alberga relaciones interpersonales importantes para la formación del individuo. Estas relaciones posibilitan el ejercicio de la ciudadanía, normada por los valores expresados en los principios guiadores, los cuales deben permear las relaciones interpersonales públicas y con las autoridades a partir del ambiente escolar. Dentro de ese universo destaco tres segmentos sociales con los que la escuela se relaciona, a saber: comunidad, iglesia y familia.
A. La comunidad y la escuela. En el contexto escolar, la comunidad tiene un papel como soporte económico, cultural, histórico y social.
La educación es un proceso que ofrece diversas modalidades de realización. Algunas veces se realiza en forma espontánea, especialmente cuando por imitación o adaptación refleja las personas tienden a reproducir ciertas costumbres; hábitos y actitudes de la comunidad en que se desenvuelve su existencia. Lo propio de este tipo de educación, llamada “espontánea”, es la imitación.
Sin embargo, no toda educación es refleja. Si así fuera, el desenvolvimiento de la personalidad humana podría tomarse anárquico y derivar, eventualmente, en procesos frustrados de culturización y socialización que harían inútil la función social de la educación.
Existe, en consecuencia, otro tipo de hechos educativos. Que se caracterizan por ser conscientes e intencionados y cuya finalidad es la adaptación e integración social de las personas mediante una fuerte contribución a la socialización humana. Este tipo de procesos se realizan primariamente en la escuela la que, junto a la familia, constituyen instituciones fundamentales de la primera educación.
La escuela es la institución básica de la educación formal. Por definición, en ella se concentran aspectos fundantes de la cultura y ella es, asimismo, una agencia de socialización e innovación cultural.
En la escuela la sociedad civil deposita la responsabilidad de sistematizar y transmitir la herencia social, generando condiciones de innovación y cambio. Junto a la familia, la iglesia y las restantes instituciones sociales, la escuela es un mecanismo irremplazable de socialización, de educación y de desarrollo humano.
Para que la escuela cumpla la finalidad que le es asignada, debe ser sensible a las necesidades de esos segmentos sociales que con ella se relacionan, de modo de colaborar a la mejoría de los mismos y buscar en ellos elementos que puedan contribuir a la formación de sus alumnos. Además, a fin de desempeñar su papel adecuadamente, requiere de algunos principios guiadores fundamentales.
a) El amor a Dios - Cuando todas las actividades de la escuela son basadas en este principio, la unidad, la fraternidad, el respeto, la tolerancia, la solidaridad serán una constante en el quehacer cotidiano.
b) El amor al Prójimo - Para la formación de la ciudadanía, el amor desinteresado deberá ser cultivado y practicado desde la más tierna edad.
c) La Regla de oro - Para estimular la unidad el pesar de la diversidad, las relaciones interpersonales serán reguladas por este principio.
B. La iglesia y la escuela. La escuela adventista es una institución de la Iglesia, por eso los vínculos entre ambas son estrechos y de apoyo mutuo, pero mediados por el respeto, sin perder de vista la finalidad formativa de la escuela.
C. La familia y la escuela. Sabiendo que la responsabilidad de educar los hijos recae prioritariamente sobre la familia, ésta debe agotar todos los esfuerzos en la búsqueda de una relación abierta, fraterna, responsable y recíproca para tener en la escuela la sociedad de la cual ella necesita.
La obra de los padres precede a la del profesor" y "el trabajo del profesor debe complementar el de los padres, pero no sustituirlo”. (White, OC, p. 319).
El primer agente educador es la familia, núcleo básico de la sociedad. Su importancia es decisiva en la formación de la personalidad y su rol educador irrenunciable, dado que se trata de la institución social más duradera, completa e íntima con la que se relaciona el niño. De hecho, las relaciones familiares juegan un papel trascendental en la salud mental y sus desequilibrios. Investigaciones recientes demuestran que el nivel educacional de los progenitores y su actitud frente a la educación de sus hijos cumplen un papel fundamental en el éxito escolar. Es más, ha quedado en evidencia que el ambiente familiar tiene tanta incidencia en el rendimiento escolar que resulta ser más determinante incluso que la calidad de la escuela.
La continua participación de los padres en la educación formal de sus hijos se ve, en la actualidad, como la base de los esfuerzos por reformar el sistema escolar. Los padres que conocen a los maestros de sus hijos, apagan el televisor y ayudan a sus hijos con sus tareas y les educan sobre lo correcto y lo incorrecto-aquellos padres, si hacen una diferencia.
Existe un notable consenso entre los educadores, los padres y el público en general sobre el hecho de que los niños aprenderán más y las escuelas mejoraran si se puede hacer que los padres se dediquen más a la educación formal de sus hijos. Los alumnos de todo nivel sobresalen más en sus esfuerzos académicos y tienen actitudes mas positivas respecto a la escuela, aspiraciones mas altas y otros tipos de comportamiento positivos si tienen padres que se preocupan, alientan a sus hijos y se involucran en su educación formal.
Sin embargo, la evidencia muestra que el solo hecho de aumentar la participación paterna en las actividades escolares de sus hijos no da siempre, resultados positivos. Los padres muestran comúnmente un bajo porcentaje de participación en las actividades escolares de sus hijos; cuando su participación ha aumentado, este incremento no ha conducido a percepciones mas positivas sobre la instrucción de sus hijos. Si los padres se sienten obligados a participar y perciben que no se les hace caso, no se benefician del contacto adicional con las actividades escolares de sus hijos. Para determinar cuáles son las estrategias mas eficaces para establecer un nexo entre los padres y los programas de educación preescolar de sus hijos, los educadores necesitan, por lo tanto, desarrollar una comprensión mas profunda de las características de nuestra cultura que influyen en las prácticas de crianza y socialización de sus hijos, los estilos de comunicación, y la orientación hacia la educación formal.
Como ambiente espiritual, la escuela adventista requiere considerar las siguientes orientaciones:
Afirmar inequívocamente en el aula, y en la vida diaria del campus, las creencias, las prácticas y la visión mundial de la IASD, compartiendo el gozo del evangelio, demostrando confianza en el papel divinamente establecido para el movimiento adventista y en su continua significación dentro del plan de Dios para estos últimos días, facilitando las actividades para que los profesores, el personal y los alumnos puedan testificar y realizar servicio cristiano.
• Estimular a profesores y empleados a vivir un estilo de vida consecuente que se manifieste por medio de relaciones positivas y formativas con los estudiantes.
• El calendario escolar y el programa semanal destacan las actividades religiosas -devocionales, capillas, reuniones de oración, cultos de adoración, semanas de énfasis espiritual, etc. Hay programas bien organizados de extensión misionera y servicio al necesitado. Todo el programa religioso-espiritual está coordinado por pastores y capellanes de experiencia, que cuentan con el apoyo de la dirección y el personal.
• Se implementa un PMDE amplio, propuesto por el personal de la institución, que identifique las verdades y valores espirituales que la institución se ha comprometido a compartir con sus alumnos y que indique cuándo y cómo serán transmitidos esos valores.
Como atmósfera social, las orientaciones a considerar son:
• Debe existir una relación consecuente entre lo que enseñamos y lo que practicamos, pues no sólo debemos ser creídos, sino también imitados por los alumnos.
• El Miembro del Personal debe vivir de un modo tal que su forma de actuar sea un testimonio grabado positivamente en la memoria del alumno.
• La enseñanza se ve seriamente afectada cuando no está acompañada de un estilo de vida que manifiesta la transformación que se profesa y espera.
• Ciertas contradicciones entre enseñanza y testimonio personal perturban la adecuada satisfacción de las inquietudes de los alumnos.
• Este equilibrio requiere de todos nosotros mantener pautas y normas transparentes, reconocer los errores cometidos, evitar los extremos de rigidez e intolerancia frente a ideas o conductas divergentes.
• Se debe procurar que el alumno desarrolle sus potencialidades de manera racional y que advierta que el cristianismo responde a sus inquietudes y soluciona sus problemas; en suma, que es una posición de vida válida.
• Mostrar la oración como medio de obtener perdón divino.
• Establecer vínculos cordiales con los alumnos, expresando confianza en ellos, pues el alumno merece oportunidades para crecer como persona (Hebreos 12: 11).
• Mantener firmeza en el cumplimiento de las normas y en la aplicación de sanciones cuando sea necesaria.
• Mostrar la posibilidad real de transformación con la ayuda de Dios.
• Mantener constante compañerismo con los alumnos: visitas a sus hogares, paseos y excursiones, actividades sociales y recreativas conjuntas, etc.
• Estimular la actitud permanente de servicio a los demás, por precepto y ejemplo. Conceder importancia a los deberes prácticos de la vida e incentivar la búsqueda de oportunidades de servir. Por ello, se desarrolla una dedicación diaria de las capacidades y energías al servicio de Dios y la comunidad.
• Incentivar un contexto de amor, respeto, dignidad, oración, paciencia, longanimidad.
• Administrar la disciplina con un enfoque personalizado, consistente y “redentor”, con el propósito de lograr un cambio de conducta como consecuencia de la propia convicción.
• Hacer reflexionar a quien ha cometido una falta, a fin de hacerle reconocer su error y buscar la solución y la sanción, pidiendo ayuda y sabiduría a Dios.
• Resaltar los valores morales, éticos y sociales representados por los héroes de la Biblia.
• Escuchar “activamente”, es decir, interesarse sinceramente en la problemática del otro.
• Mantener una actitud respetuosa en el consejo dado, evitando el imponer soluciones, procurando más bien mostrar caminos posibles.
Como ambiente académico, la escuela adventista debe tomar en cuenta las siguientes orientaciones:
-transmitir a los alumnos los ideales, creencias, actitudes, valores, hábitos y costumbres de la IASD.
- asegurarse de que puedan recibir una educación equilibrada, que comprenda los aspectos físico, mental, espiritual, social y vocacional en armonía con los ideales adventistas y con la existencia de Dios como fuente de toda verdad y de todos los valores morales.
• Mantener un ambiente que asegure oportunidades para la instrucción académica como para formar personas que sean reconocidas por la Iglesia y por la sociedad por su excelencia académica y espiritual; hombres y mujeres que sean bien equilibrados mental, espiritual y socialmente; hombres y mujeres que amen a su Señor, que mantengan en alto las normas divinas en su vida diaria, que ayuden a formar congregaciones locales sólidas y prósperas, y que actúen como la sal y la luz de sus comunidades, sean laicos u obreros.
• Contar con profesores adventistas del séptimo día totalmente comprometidos y profesionalmente competentes, activos en su Iglesia local, que integren la fe y el conocimiento en el contexto de la formación de sus alumnos para que lleguen a ser miembros productivos tanto de la sociedad como de la Iglesia del Señor, y que interactúen con los padres de los alumnos y otras personas interesadas en la educación, a fin de comprender y poner en práctica las elevadas expectativas académicas y espirituales que tiene este programa educativo al servicio de la juventud.
• Dios y su revelación escrita, la Biblia, son el centro de muestra verdadera educación. Esto significa:
• - que la visión bíblica del mundo y de la realidad constituyen la base del proceso de enseñanza-aprendizaje.
- que cada una de las materias de estudio es enfocada desde la perspectiva bíblica.
- que el objetivo más importante es el conocer a Dios y a Cristo como Salvador personal de cada uno de los componentes de la comunidad educativa.
• Emplear música instrumental y vocal (en vivo y a través de altoparlantes), lecturas poéticas y representaciones dramáticas, y otras expresiones artísticas para apelar a la imaginación y al sentido de belleza de los estudiantes, a fin de guiar sus pensamientos y sentimientos hacia lo bello, noble, elevado, y sobre todo hacia Dios.
E n lo que respecta al ambiente administrativo, debemos considerar lo siguiente:
• No es suficiente medir el éxito por las normas seculares, ni es suficiente darles prioridad a esos estándares. El parámetro a utilizar es un compromiso total para con Dios, que incluye, esencialmente, la aceptación total de los principios del cristianismo tal como están bosquejados en la Biblia y en el Espíritu de Profecía.
• Podemos fácilmente encontrar satisfacción en alcanzar blancos, reunir recursos, completar edificios, equilibrar presupuestos, obtener o renovar acreditaciones, y, sin embargo, dejar de cumplir nuestra responsabilidad ante Dios con respecto a la Comisión Evangélica.
• Actitud general y trato de respeto por la persona, sean ellos subordinados, iguales o superiores: ética profesional.
• Preferencia por el diálogo en lugar de órdenes, dando oportunidad de tomar decisiones.
• Ausencia de conductas y/o expresiones humillantes.
• Ausencia de miedo y desconfianza.
Agentes educativos en la educación adventista
El hogar. El hogar es la agencia educativa básica y más importante de la sociedad. Los padres son los primeros y más influyentes maestros, con la responsabilidad de reflejar el carácter de Dios en su relación con sus hijos. Todo el ambiente familiar contribuye a formar los valores, las actitudes y la cosmovisión de los niños y jóvenes. La iglesia y la escuela, junto con las otras agencias educativas de la sociedad, se basan en la labor del hogar y las complementan. Es imperativo que el hogar, a su vez, apoye la labor de las instituciones educativas.
La iglesia local. La iglesia local también desempeña un papel importante en la tarea educativa, que se extiende a lo largo de toda la vida. La congregación, como comunidad de fe, ofrece un ambiente de aceptación y amor a los que se integran a ella, transformándolos en discípulos de Cristo, afirmando su fe en él y profundizando su comprensión incluye tanto la dimensión intelectual como una vida de conformidad con la voluntad de Dios.
La escuela, el colegio y la universidad. Todos los niveles de enseñanza adventista se basan en el fundamento establecido por el hogar y la iglesia. El educador cristiano actúa en la sala de clases como ministro de Dios en el plan de redención. La mayor necesidad de los estudiantes es la de aceptar a Cristo como Salvador e integrar en su vida los valores cristianos que lo orientarán a servir al prójimo. El currículum formal y el no formal coadyuvan para que los estudiantes alcancen su máximo potencial en el desarrollo espiritual, mental, físico, social y vocacional. La preparación de los estudiantes para una vida de servicio orientada hacia su familia, la iglesia y la comunidad constituye el objetivo primordial de la labor que realizan la escuela, el colegio y la universidad.
La iglesia mundial. La iglesia mundial en todos sus niveles tiene la responsabilidad de velar por el funcionamiento normal de sus escuelas, colegios y universidades, y de fomentar la educación de los miembros a lo largo de toda la vida. La formación de los niños y jóvenes de edad escolar se lleva a cabo, idealmente, mediante las instituciones educativas establecidas por la iglesia con ese propósito. La iglesia debe hacer lo posible para que cada niño y joven adventista tengan la oportunidad de asistir a una escuela, colegio o universidad adventista. Reconociendo, sin embargo, que un porcentaje de la juventud de la iglesia no puede estudiar en instituciones educativas adventistas, la iglesia mundial debe encontrar la manera de alcanzar las metas de la educación adventista utilizando otras alternativas (por ejemplo, ofrecer instrucción complementaria después del horario de clases en las escuelas públicas, establecer centros patrocinados por la iglesia en colegios superiores y universidades no adventistas, etc.)
jueves, 28 de mayo de 2009
PROPÓSITO Y SIGNIFICADO DE LA EDUCACIÓN ADVENTISTA EN ELENA G. DE WHITE
“La palabra educación viene del Latín educare, sacar. En un sentido amplio significa no solamente fomentar el pensamiento creador y el conocimiento del estudiante, sino sacar a la humanidad del predicamento en que está. Y ese predicamento, de acuerdo con los puntos de vista judíos y cristianos, difiere radicalmente de la perfección original que Dios estableció en la creación.” (Youngberg, 1994, p. 69).
Por su parte, E. G. de White tuvo una muy comprehensiva y correcta concepción de la educación. Ella vio la educación y la redención como una sola uno y la misma. Su concepción de la educación fue práctica y con valor terrenal, pero al mismo tiempo con implicancias eternas.
El propósito de la Educación. La cita que mejor resume su propósito de la educación afirma que: “Restaurar en el hombre la imagen de su Hacedor, traerlo de vuelta a la perfección en que fue creado, promover el desarrollo del cuerpo, la mente, y el alma, que el propósito divino en su creación pudiera ser entendido – ésta debía ser la obra de redención. Éste es el objetivo de la educación, el gran objetivo de la vida.” (White, 1903, p. 15-16)
El Significado de la Educación. La Sra. White señala que: “La verdadera educación significa más que la prosecución de un cierto curso de estudios. Significa más que una preparación para la vida actual. Tiene que ver con todo el ser, y con todo el período de existencia accesible para el hombre. Es el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales. Prepara al estudiante para el gozo del servicio en este mundo y para el gozo superior de un servicio más amplio en el mundo venidero.” (White, 1903, p. 13)
Ella además afirma que: “En el más elevado sentido la obra de la educación y la obra de redención son una, porque en la educación, como en la redención, “otro fundamento no puede poner el hombre salvo el que está puesto, que es Jesucristo” (White, 1903, p. 30).
Ella explica que:
El que coopera con el propósito divino en impartir a la juventud un conocimiento de Dios, y moldear el carácter a la armonía con el Suyo, hace una obra elevada y noble. En tanto despierta un deseo de alcanzar el ideal de Dios, presenta la educación que es tan elevada como el cielo y tan amplia como el universo; la educación que no puede ser completada en esta vida, pero que será continuada en la vida por venir; la educación que asegura al estudiante exitoso su pasaporte desde la escuela preparatoria de la tierra hasta el nivel superior, la escuela de arriba (White, 1903, p. 19).
Su más significativa declaración se relaciona con la naturaleza del educando. Ella enfáticamente afirma que:
Todo ser humano, creado a la imagen de Dios, está dotado con un poder semejante al del Creador –la individualidad, el poder para pensar y hacer. . . . Es la obra de la verdadera educación desarrollar este poder, capacitar a la juventud para ser pensadores, y no meros reflectores de los pensamientos de otros hombres. En vez de confinar su estudio a lo que los hombres han dicho o escrito, que los estudiantes sean dirigidos a las fuentes de verdad, a los vastos campos abiertos para investigación en la naturaleza y la revelación. Que contemplen los grandes hechos del deber y el destino, y la mente se expandirá y fortalecerá. En vez de educados debiluchos, las instituciones de aprendizaje pueden estimular a los hombres a pensar y actuar fuertes, los hombres que son maestros y no esclavos de circunstancias, los hombres que poseen claridad de pensamiento y coraje por sus convicciones (White, 1903, p. 17-18).
“La palabra educación viene del Latín educare, sacar. En un sentido amplio significa no solamente fomentar el pensamiento creador y el conocimiento del estudiante, sino sacar a la humanidad del predicamento en que está. Y ese predicamento, de acuerdo con los puntos de vista judíos y cristianos, difiere radicalmente de la perfección original que Dios estableció en la creación.” (Youngberg, 1994, p. 69).
Por su parte, E. G. de White tuvo una muy comprehensiva y correcta concepción de la educación. Ella vio la educación y la redención como una sola uno y la misma. Su concepción de la educación fue práctica y con valor terrenal, pero al mismo tiempo con implicancias eternas.
El propósito de la Educación. La cita que mejor resume su propósito de la educación afirma que: “Restaurar en el hombre la imagen de su Hacedor, traerlo de vuelta a la perfección en que fue creado, promover el desarrollo del cuerpo, la mente, y el alma, que el propósito divino en su creación pudiera ser entendido – ésta debía ser la obra de redención. Éste es el objetivo de la educación, el gran objetivo de la vida.” (White, 1903, p. 15-16)
El Significado de la Educación. La Sra. White señala que: “La verdadera educación significa más que la prosecución de un cierto curso de estudios. Significa más que una preparación para la vida actual. Tiene que ver con todo el ser, y con todo el período de existencia accesible para el hombre. Es el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales. Prepara al estudiante para el gozo del servicio en este mundo y para el gozo superior de un servicio más amplio en el mundo venidero.” (White, 1903, p. 13)
Ella además afirma que: “En el más elevado sentido la obra de la educación y la obra de redención son una, porque en la educación, como en la redención, “otro fundamento no puede poner el hombre salvo el que está puesto, que es Jesucristo” (White, 1903, p. 30).
Ella explica que:
El que coopera con el propósito divino en impartir a la juventud un conocimiento de Dios, y moldear el carácter a la armonía con el Suyo, hace una obra elevada y noble. En tanto despierta un deseo de alcanzar el ideal de Dios, presenta la educación que es tan elevada como el cielo y tan amplia como el universo; la educación que no puede ser completada en esta vida, pero que será continuada en la vida por venir; la educación que asegura al estudiante exitoso su pasaporte desde la escuela preparatoria de la tierra hasta el nivel superior, la escuela de arriba (White, 1903, p. 19).
Su más significativa declaración se relaciona con la naturaleza del educando. Ella enfáticamente afirma que:
Todo ser humano, creado a la imagen de Dios, está dotado con un poder semejante al del Creador –la individualidad, el poder para pensar y hacer. . . . Es la obra de la verdadera educación desarrollar este poder, capacitar a la juventud para ser pensadores, y no meros reflectores de los pensamientos de otros hombres. En vez de confinar su estudio a lo que los hombres han dicho o escrito, que los estudiantes sean dirigidos a las fuentes de verdad, a los vastos campos abiertos para investigación en la naturaleza y la revelación. Que contemplen los grandes hechos del deber y el destino, y la mente se expandirá y fortalecerá. En vez de educados debiluchos, las instituciones de aprendizaje pueden estimular a los hombres a pensar y actuar fuertes, los hombres que son maestros y no esclavos de circunstancias, los hombres que poseen claridad de pensamiento y coraje por sus convicciones (White, 1903, p. 17-18).
POSTULADOS BÁSICOS DE LA EDUCACIÓN ADVENTISTA
Principio del formulario
La iglesia adventista reconoce a Dios como la última fuente de existencia y verdad. En el comienzo, Dios creó a su imagen una perfecta humanidad, una perfección más tarde manchada por el pecado. A través de Cristo y su Espíritu Dios determinó rescatar a la humanidad de su estado perdido. A través de la Biblia, ha revelado su voluntad al mundo, una revelación que supera la razón humana. A través de su Iglesia en la tierra, él busca a los perdidos para su reino.
Los postulados básicos de la iglesia adventista, así como también los escritos inspirados de Elena G White, son dirigidos hacia el plan restaurador de Dios para la humanidad caída. La iglesia conduce su propio sistema de educación para engendrar creencia en estos postulados, dentro del contexto de tu personal relación con Jesucristo, y propiciar un deseo de compartir esa relación con otros.
Hecho a la imagen de Dios, a todo ser humano, aunque caído, se le otorgan atributos semejantes a los del Creador. Por ello, la educación adventista busca formar gente de pensamiento propio; un servicio amante antes que la ambición egoísta ; el máximo desarrollo del potencial; y un aprecio de todas lo que es hermoso, verdadero, y bueno.
Una educación de este tipo imparte mucho más que conocimiento académico. Es un balanceado desarrollo de la persona total. Su alcance de tiempo es la eternidad. En la educación adventista, hogares, escuelas e iglesias cooperan juntos con las agencias divinas en preparar a los aprendices aquí en la tierra y en la Nueva Tierra por venir.*
Todos los niños y jóvenes han sido encargados por la iglesia al sistema educacional para su formación espiritual y para la excelencia educacional. La meta primordial de la educación adventista es proveer oportunidad para que los estudiantes acepten a Cristo como su Salvador, permitir al Espíritu Santo que transforme sus vidas, y cumplir la comisión de predicar el evangelio a todo el mundo.
El programa de educación es diseñado sobre la creencia de que cada estudiante es único y de inestimable valor, y sobre la importancia del desarrollo de persona integral. Los estudiantes son educados para aceptar el servicio como una manera de vida, para ser sensible a las necesidades de la gente en el hogar y la sociedad, y para llegar a ser miembros activos en la iglesia.
Compromiso con la excelencia. Maestros interesados en sus alumnos, competentes y comprometidos son la clave para el éxito académico. El verdadero profesor es el que no se satisface con desafiar a sus estudiantes a alcanzar un estándar más bajo que el más alto que les es posible alcanzar, aquel cuya ambición es inspirarlos con principios de verdad, obediencia, honor, integridad y pureza— principios que los transfomarán en una positiva fuerza para la estabilidad y elevación de la sociedad.
Política de no discriminación. La iglesia adventista en todas sus escuelas admite a los estudiantes de cualquier raza con todos los derechos, privilegios, programas y actividades generalmente acordados o puestos a disposición de los estudiantes en sus escuelas, y no hace discriminación en cuanto a raza, color, origen étnico, país de origen o género en la administración de sus políticas educacionales, en la postulación para admisión, en los programas de becas y préstamos, y en los programas extracurriculares.
Sin embargo, nuestras instituciones educacionales necesitan ser que son distintivamente adventistas. La creación y mantenimiento de dichas instituciones requiere que quienes componen su plantel docente, paradocente, administrativo y de servicios sean individuos que vivan en completa armonía con las creencias y prácticas de la iglesia. Por ello, en la contratación de personal para las unidades educativas de todo nivel se recurre a quienes son miembros en regla de la Iglesia Adventista, comprometidos con el programa de la iglesia.
Principio del formulario
La iglesia adventista reconoce a Dios como la última fuente de existencia y verdad. En el comienzo, Dios creó a su imagen una perfecta humanidad, una perfección más tarde manchada por el pecado. A través de Cristo y su Espíritu Dios determinó rescatar a la humanidad de su estado perdido. A través de la Biblia, ha revelado su voluntad al mundo, una revelación que supera la razón humana. A través de su Iglesia en la tierra, él busca a los perdidos para su reino.
Los postulados básicos de la iglesia adventista, así como también los escritos inspirados de Elena G White, son dirigidos hacia el plan restaurador de Dios para la humanidad caída. La iglesia conduce su propio sistema de educación para engendrar creencia en estos postulados, dentro del contexto de tu personal relación con Jesucristo, y propiciar un deseo de compartir esa relación con otros.
Hecho a la imagen de Dios, a todo ser humano, aunque caído, se le otorgan atributos semejantes a los del Creador. Por ello, la educación adventista busca formar gente de pensamiento propio; un servicio amante antes que la ambición egoísta ; el máximo desarrollo del potencial; y un aprecio de todas lo que es hermoso, verdadero, y bueno.
Una educación de este tipo imparte mucho más que conocimiento académico. Es un balanceado desarrollo de la persona total. Su alcance de tiempo es la eternidad. En la educación adventista, hogares, escuelas e iglesias cooperan juntos con las agencias divinas en preparar a los aprendices aquí en la tierra y en la Nueva Tierra por venir.*
Todos los niños y jóvenes han sido encargados por la iglesia al sistema educacional para su formación espiritual y para la excelencia educacional. La meta primordial de la educación adventista es proveer oportunidad para que los estudiantes acepten a Cristo como su Salvador, permitir al Espíritu Santo que transforme sus vidas, y cumplir la comisión de predicar el evangelio a todo el mundo.
El programa de educación es diseñado sobre la creencia de que cada estudiante es único y de inestimable valor, y sobre la importancia del desarrollo de persona integral. Los estudiantes son educados para aceptar el servicio como una manera de vida, para ser sensible a las necesidades de la gente en el hogar y la sociedad, y para llegar a ser miembros activos en la iglesia.
Compromiso con la excelencia. Maestros interesados en sus alumnos, competentes y comprometidos son la clave para el éxito académico. El verdadero profesor es el que no se satisface con desafiar a sus estudiantes a alcanzar un estándar más bajo que el más alto que les es posible alcanzar, aquel cuya ambición es inspirarlos con principios de verdad, obediencia, honor, integridad y pureza— principios que los transfomarán en una positiva fuerza para la estabilidad y elevación de la sociedad.
Política de no discriminación. La iglesia adventista en todas sus escuelas admite a los estudiantes de cualquier raza con todos los derechos, privilegios, programas y actividades generalmente acordados o puestos a disposición de los estudiantes en sus escuelas, y no hace discriminación en cuanto a raza, color, origen étnico, país de origen o género en la administración de sus políticas educacionales, en la postulación para admisión, en los programas de becas y préstamos, y en los programas extracurriculares.
Sin embargo, nuestras instituciones educacionales necesitan ser que son distintivamente adventistas. La creación y mantenimiento de dichas instituciones requiere que quienes componen su plantel docente, paradocente, administrativo y de servicios sean individuos que vivan en completa armonía con las creencias y prácticas de la iglesia. Por ello, en la contratación de personal para las unidades educativas de todo nivel se recurre a quienes son miembros en regla de la Iglesia Adventista, comprometidos con el programa de la iglesia.
FUNDAMENTOS DE LA EDUCACIÓN CRISTIANA ADVENTISTA
1. Fuente del conocimiento
2. Propósito
3. Centro
4. Libro de texto
5. Poder dominante
6. Compañía de ayuda
7. Principal obra
8. Importante lección
9. Fundamento
10. Extensión
11. Normas de conducta
12. Ley básica del aula
13. La gran ley de educación
è Dios
è Salvar al hombre
è Cristo
è La Biblia
è Espíritu Santo
è Los ángeles de Dios
è Formación del carácter
è Obediencia, reverencia
è El amor
è Todo el ser, y la vida
è 10 mandamientos
è La cooperación
è La ley del servicio
PREMISAS DE LA FILOSOFÍA EDUCACIONAL ADVENTISTA
Derivadas de las creencias fundamentales de los adventistas del séptimo día, la filosofía educacional adventista se sustenta sobre las siguientes premisas:
1 Dios es el Creador y Sustentador del universo y todo lo que en él existe. Las leyes que Dios estableció gobiernan el universo, incluyendo al hombre en todos los planos de la existencia.
2 El creó a seres humanos perfectos, a su propia imagen, con la capacidad de pensar, decidir y actuar.
3 Dios es el origen de todo lo verdadero, bueno y bello, y ha elegido revelarse a sí mismo a la humanidad.
4 Los seres humanos, por propia elección, se rebelaron contra Dios y cayeron en un estado de pecado que ha afectado a todo el planeta, involucrándolo en un conflicto cósmico entre el bien y el mal. A pesar de ello, el mundo y los seres humanos todavía reflejan, aunque imperfectamente, la excelencia de su condición original.
5 La Divinidad enfrentó el problema del pecado por medio del plan de redención. Este plan tiene el propósito de restaurar a los seres humanos a la imagen de Dios y al universo caído a su estado original de perfección, amor y armonía.
6 Dios nos invita a aceptar su plan de restauración y a actuar en este mundo de manera creativa y responsable hasta que él intervenga en la historia y cree nuevos cielos y nueva tierra.
7 La verdadera educación significa más que una preparación para la vida actual. Prepara para el gozo de servir en este mundo y para un gozo superior proporcionado por un servicio más amplio en el mundo venidero.
8 Todo verdadero conocimiento y desarrollo provienen de Dios. Doquiera nos dirijamos, el dominio físico, mental o espiritual, cualquier ramo de investigación que emprendamos con el sincero deseo de llegar a la verdad, nos pon en contacto con la inteligencia poderosa e invisible que obra en todas las cosas y por medio de ellas la mente del hombre se pone en comunión con la mente de Dios.
9 La obra de la educación y la redención son una misma.
10 El hombre nace con inclinación al mal, por lo que no se lo puede perfeccionar mediante una educación centrada en él ni en las materias de estudio, sino en Dios y su acción transformadora.
11 Cada ser humano está dotado de una facultad semejante a la del Hacedor, la individualidad. La obra de la verdadera educación consiste en desarrollar la facultad de pensar y hacer, en educar a los jóvenes para que sean pensadores autónomos.
12 Los estudiantes deben ser dirigidos a las fuentes de verdad, a los vastos campos abiertos a la investigación en la Revelación y en la Naturaleza, evitando restringir su estudio a los que los hombres han dicho o escrito.
13 La educación adventista es un proceso de realización de valores más que transmisión de información. Los valores son los instrumentos con los que miramos, interpretamos y experienciamos el mundo.
14 El objetivo final de la educación adventista es la redención del ser humano. Todos los esfuerzos conducirán a este gran objetivo. Por esta razón, la educación adventista se basa en las Sagradas Escrituras.
1. Fuente del conocimiento
2. Propósito
3. Centro
4. Libro de texto
5. Poder dominante
6. Compañía de ayuda
7. Principal obra
8. Importante lección
9. Fundamento
10. Extensión
11. Normas de conducta
12. Ley básica del aula
13. La gran ley de educación
è Dios
è Salvar al hombre
è Cristo
è La Biblia
è Espíritu Santo
è Los ángeles de Dios
è Formación del carácter
è Obediencia, reverencia
è El amor
è Todo el ser, y la vida
è 10 mandamientos
è La cooperación
è La ley del servicio
PREMISAS DE LA FILOSOFÍA EDUCACIONAL ADVENTISTA
Derivadas de las creencias fundamentales de los adventistas del séptimo día, la filosofía educacional adventista se sustenta sobre las siguientes premisas:
1 Dios es el Creador y Sustentador del universo y todo lo que en él existe. Las leyes que Dios estableció gobiernan el universo, incluyendo al hombre en todos los planos de la existencia.
2 El creó a seres humanos perfectos, a su propia imagen, con la capacidad de pensar, decidir y actuar.
3 Dios es el origen de todo lo verdadero, bueno y bello, y ha elegido revelarse a sí mismo a la humanidad.
4 Los seres humanos, por propia elección, se rebelaron contra Dios y cayeron en un estado de pecado que ha afectado a todo el planeta, involucrándolo en un conflicto cósmico entre el bien y el mal. A pesar de ello, el mundo y los seres humanos todavía reflejan, aunque imperfectamente, la excelencia de su condición original.
5 La Divinidad enfrentó el problema del pecado por medio del plan de redención. Este plan tiene el propósito de restaurar a los seres humanos a la imagen de Dios y al universo caído a su estado original de perfección, amor y armonía.
6 Dios nos invita a aceptar su plan de restauración y a actuar en este mundo de manera creativa y responsable hasta que él intervenga en la historia y cree nuevos cielos y nueva tierra.
7 La verdadera educación significa más que una preparación para la vida actual. Prepara para el gozo de servir en este mundo y para un gozo superior proporcionado por un servicio más amplio en el mundo venidero.
8 Todo verdadero conocimiento y desarrollo provienen de Dios. Doquiera nos dirijamos, el dominio físico, mental o espiritual, cualquier ramo de investigación que emprendamos con el sincero deseo de llegar a la verdad, nos pon en contacto con la inteligencia poderosa e invisible que obra en todas las cosas y por medio de ellas la mente del hombre se pone en comunión con la mente de Dios.
9 La obra de la educación y la redención son una misma.
10 El hombre nace con inclinación al mal, por lo que no se lo puede perfeccionar mediante una educación centrada en él ni en las materias de estudio, sino en Dios y su acción transformadora.
11 Cada ser humano está dotado de una facultad semejante a la del Hacedor, la individualidad. La obra de la verdadera educación consiste en desarrollar la facultad de pensar y hacer, en educar a los jóvenes para que sean pensadores autónomos.
12 Los estudiantes deben ser dirigidos a las fuentes de verdad, a los vastos campos abiertos a la investigación en la Revelación y en la Naturaleza, evitando restringir su estudio a los que los hombres han dicho o escrito.
13 La educación adventista es un proceso de realización de valores más que transmisión de información. Los valores son los instrumentos con los que miramos, interpretamos y experienciamos el mundo.
14 El objetivo final de la educación adventista es la redención del ser humano. Todos los esfuerzos conducirán a este gran objetivo. Por esta razón, la educación adventista se basa en las Sagradas Escrituras.
FINES DE LA EDUCACIÓN ADVENTISTA
El fin último de la educación adventista es animar a los estudiantes a ser los hijos de Dios por medio de los cuales son preparados para funcionar exitosa y gozosamente en este mundo actual, con la anticipación de un servicio mayor en el mundo venidero. Las metas más específicas son intelectuales, vocacionales, estéticas, físicas, sociales, religiosas y morales.
Los fines específicos de la educación adventista incluyen: (1) la formación del carácter, (2) la Biblia como un fundamento para todo curso, (3) cursos regulares de Biblia en todas las escuelas, (4) construcción de escuelas en ambientes rurales, (5) animar a los estudiantes a hacer obra misionera, (6) combinar el trabajo agrícola e industrial con el trabajo académico, (7) enfatizar el trabajo y la obra misionera antes que los deportes y el entretenimiento, (8) un completo entrenamiento académico, (9) administración escolar democrática, (10) la producción de hombres y mujeres que estén dispuestos a hacer lo correcto.
El proceso formador se centra en un conjunto de valores que constituyen la orientación de nuestra filosofía al proceso educativo, específicamente al establecimiento de sus fines. En la educación adventista, concebimos los fines de la educación como sinónimos de los fines de la vida y la educación como el instrumento para realizar una filosofía viviente, la filosofía educacional bíblico-adventista.
Esto no puede resultarnos extraño, dado que toda idea educativa envuelve un problema filosófico, esto es, se parte de una premisa que es su doctrina en tomo al hombre: su esencia, naturaleza, origen y destino. Efectivamente, toda teoría sobre la formación del hombre presupone una concepción de la vida humana, una idea acerca de la naturaleza profunda del hombre y de su destino.
Preguntar por los fines de la educación es colocarse en el terreno de la antropología filosófica, puesto que tales fines son determinados por la idea que se tenga acerca del hombre. Además, deben apuntar a lo que es deseable lograr en el hombre. Según algunos filósofos contemporáneos (4), el punto de partida para una filosofía de la educación es la formulación de una definición de educación, tarea de suyo difícil y compleja.
El fenómeno educativo implica que se transmite algo valioso, algo que se considera deseable, lo cual involucra también un compromiso con este algo valioso. Si educar es transmitir algo valioso, hay implicado en ello un logro, un alcanzar los fines propuestos. De esto se desprende la necesidad de un total compromiso de todos los agentes educadores con los valores que el acto educativo postula. Para lograr este propósito, el currículum cristiano debe proveer un ambiente sumergido en dichos valores, a fin de que se hagan carne en el educando como un modo de vida elegido libremente. Por supuesto, tal ambiente favorable debe ser construido en forma explícita en cuanto a su intencionalidad, aunque por su misma condición de ambiente abarque buena parte del "currículum implícito". De esta manera, si se quiere alcanzar efectivamente los fines del proceso educativo, todos quienes participan en la comunidad escolar deberán estar empapados de los valores subyacentes a dichos fines, de modo que los vivencien de verdad.
No hay educación sin idea de fin. Toda educación se orienta para alcanzar un objetivo mediato o inmediato. Siempre supone un estado que se quiere alcanzar y que es distinto del que se tiene originariamente. Por cierto, los fines particulares de la educación son innumerables, pero todos ellos han de estar siempre subordinados al fin general. Este fin general depende, como ya señaláramos, de la concepción de la vida, del sentido de la existencia humana, de la opinión que se tenga acerca de los valores.
La importancia de los fines radica en que nos ayudan a ver la meta a la cual apuntar, a ver hacia donde dirigir nuestros esfuerzos; en otras palabras, nos aclaran lo que es realmente valioso de lograr. ¿Y qué es lo más valioso de lograr en el proceso educativo cristiano? ¿Desarrollar el intelecto o el carácter, o quizá perfeccionar el cuerpo? A la luz de la concepción de educación ya citada, todos los aspectos del hombre deben merecer igual atención, ninguna capacidad debiera ser enfatizada en desmedro de otra(s). Por otra parte, se abre una gran disyuntiva. ¿Transmitir lo que es valioso para el niño o para el educador?
Ciertamente, nuestra concepción trascendentalista de la vida y de la educación nos lleva a buscar la respuesta en las Sagradas Escrituras. Proverbios 22:6 nos da una respuesta clara: el educador es quien señalará el camino. El niño no está en condiciones de ponderar lo que es de veras valioso y deseable. Por tanto, debe ser educado.
Sintetizando, educar debe ser para nosotros proponer lo valioso al niño y darle las herramientas cognitivas y espirituales para que en definitiva tome sus propias decisiones y escoja su personal camino. Sin embargo, como educadores cristianos no podemos jamás renunciar a poner el fundamento de la Palabra de Dios en el desarrollo de las personalidades en formación, pues la exhortación divina es categórica. Lo valioso, en consecuencia, es el conocimiento de Dios y de su voluntad. Y lo deseable es que cada ser humano entregue su voluntad al Altísimo, en una elección libre, auto-generada. Educar es, entonces, desde la perspectiva de la filosofía educacional adventista, capacitar para escoger los caminos trazados por la Divinidad y para que se haga aquello para lo cual fuimos traídos a la existencia: glorificar a Dios.
La misión del sistema educacional cristiano abarca:
1 Restaurar en la vida de los educandos la imagen del Creador.
2 Ofrecer a todos los niños, adolescentes y jóvenes una educación adventista integral y de calidad, a través de las unidades educativas de la Iglesia.
3 Preparar profesionales para servir a la Iglesia, ya sea como obreros o como dirigentes de las iglesias
4 Preparar administradores de las instituciones educacionales y profesores cristianos de alto nivel profesional, que estén integrados con la filosofía y los objetivos de la educación adventista, capaces de transmitir a Ios educandos la visión, misión, filosofía y valores de la misma.
Los Objetivos de la educación adventista
Los objetivos finales de la educación adventista, implícitos en lo que ha sido dicho concerniente a la naturaleza de la realidad, del hombre, del conocimiento y de los valores, son: llevar a cabo dentro del estudiante todo lo que se espera que debe llegar a ser, un hijo de Dios; prepararlo para el gozo del servicio a la humanidad en el mundo de hoy, en anticipación de un servicio aun más amplio en el mundo del futuro. Los objetivos específicos pueden clasificarse como religiosos, intelectuales, ocupacionales, estéticos, físicos y sociales.
Objetivo y misión: la educación adventista prepara a las personas para la utilidad y la alegría ; vidas plenas que promueven la amistad con Dios, el desarrollo integral de la persona, los valores fundamentados en la Biblia y el servicio altruista, de acuerdo con la misión adventista del séptimo día en el mundo.
Conquista de los objetivos: Las instituciones educacionales adventistas buscan alcanzar sus objetivos por medio de tres caminos simultáneos: (1) La influencia impelente del conocimiento, el discernimiento, Ia razón y la comprensión que son los resultados que se esperan del programa escolar; (2) mediante la influencia del ejemplo de las vidas del cuerpo académico y de la mayoría de los estudiantes; (3) por las normas y reglas sostenidas por la institución que, como mínimo, requieren conformidad de parte de todos los alumnos.
Ninguna organización, grande o pequeña, secular o religiosa, educativa o social, profesional o gubernamental, resistirá mucho tiempo en el cumplimiento de sus propósitos, a menos que sus líderes estén en armonía con su filosofía básica y estén comprometidos con la consecución de sus objetivos.
El carácter cristiano y el compromiso religioso están entre las más importantes calificaciones ocupacionales para desempeñarse en una escuela o colegio adventista. Sólo un profesor cristiano puede articular clara y persuasivamente las posiciones adventistas cuando chocan con las posiciones sostenidas por otros intelectuales. Sólo un profesor cristiano satisface las demandas de un colegio adventista, porque sólo él puede interpretar la relación que existe entre las posiciones que descansan principalmente en la fe, y las que descansan principalmente en la evidencia empírica.
Los estudiantes no son admitidos ni mantenidos en la institución si demuestran un profundo antagonismo hacia los ideales, objetivos y programas de la institución.
La comunidad institucional debe estar compuesta de profesores que, en la institución y fuera de él, sean verdaderamente lo que enseñan y de estudiantes que estén llegando a ser lo que están aprendiendo.
Objetivos generales
a. Fomentar la cooperación entre los padres, los educadores, la institución educacional y los miembros de la iglesia.
b. Velar por la enseñanza de las Escrituras Sagradas, que es el fundamento del sistema educacional adventista.
c. Promover los principios de la verdadera educación, establecidos en los escritos de Elena G. de White, teniendo en vista una educación integral.
d. Animar a los estudiantes a aceptar a Jesús como Salvador, consagrándole su vida sin reservas y cultivando una amistad diaria con él
e. Incentivar el desarrollo integral y armonioso de los estudiantes, teniendo en cuenta las dimensiones física, mental, espiritual y social de cada uno de ellos, tomando como ejemplo el desarrollo equilibrado de Cristo (Lucas 2:52).
f. Orientar y capacitar a los estudiantes para que procuren el objetivo principal de la educación, a saber, desarrollar un carácter noble, que se asemeje al del Creador, alcanzando todo el potencial como criaturas de origen divino.
g. Estimular a los estudiantes a desarrollar un pensamiento informado, independiente y responsable, para que puedan tomar decisiones basadas en los principios bíblicos.
h. Enseñar a los alumnos a apreciar lo noble, lo bello y lo justo, y a sobreponerse a todo lo que es impuro e indigno.
i. Transmitir a los educandos los principios de la buena salud, incluyendo una clara comprensión de las normas higiénicas y de la buena alimentación, así como del empleo del tiempo libre destinado a la recreación y los ejercicios saludables.
j. Ayudar a desarrollar en los educandos el concepto de la dignidad del trabajo y el perfeccionamiento de las habilidades, preparándolos para los deberes prácticos de la vida diaria y para escoger sabiamente su vocación profesional.
k. Enseñar a los estudiantes a tomar parte activa en, y apoyar la misión evangelizadora y restauradora que Jesucristo confió a la iglesia.
I. Incentivar a las instituciones educacionales para que ayuden a los estudiantes a cumplir sus responsabilidades como miembros del hogar paterno, preparándolos al mismo tiempo para la futura formación de sus hogares.
m. Capacitar a los estudiantes a ser ciudadanos útiles a la patria, la familia, la sociedad y a la Iglesia.
n. Animar a los estudiantes a prepararse para una educación continua durante la eternidad con Dios.
El fin último de la educación adventista es animar a los estudiantes a ser los hijos de Dios por medio de los cuales son preparados para funcionar exitosa y gozosamente en este mundo actual, con la anticipación de un servicio mayor en el mundo venidero. Las metas más específicas son intelectuales, vocacionales, estéticas, físicas, sociales, religiosas y morales.
Los fines específicos de la educación adventista incluyen: (1) la formación del carácter, (2) la Biblia como un fundamento para todo curso, (3) cursos regulares de Biblia en todas las escuelas, (4) construcción de escuelas en ambientes rurales, (5) animar a los estudiantes a hacer obra misionera, (6) combinar el trabajo agrícola e industrial con el trabajo académico, (7) enfatizar el trabajo y la obra misionera antes que los deportes y el entretenimiento, (8) un completo entrenamiento académico, (9) administración escolar democrática, (10) la producción de hombres y mujeres que estén dispuestos a hacer lo correcto.
El proceso formador se centra en un conjunto de valores que constituyen la orientación de nuestra filosofía al proceso educativo, específicamente al establecimiento de sus fines. En la educación adventista, concebimos los fines de la educación como sinónimos de los fines de la vida y la educación como el instrumento para realizar una filosofía viviente, la filosofía educacional bíblico-adventista.
Esto no puede resultarnos extraño, dado que toda idea educativa envuelve un problema filosófico, esto es, se parte de una premisa que es su doctrina en tomo al hombre: su esencia, naturaleza, origen y destino. Efectivamente, toda teoría sobre la formación del hombre presupone una concepción de la vida humana, una idea acerca de la naturaleza profunda del hombre y de su destino.
Preguntar por los fines de la educación es colocarse en el terreno de la antropología filosófica, puesto que tales fines son determinados por la idea que se tenga acerca del hombre. Además, deben apuntar a lo que es deseable lograr en el hombre. Según algunos filósofos contemporáneos (4), el punto de partida para una filosofía de la educación es la formulación de una definición de educación, tarea de suyo difícil y compleja.
El fenómeno educativo implica que se transmite algo valioso, algo que se considera deseable, lo cual involucra también un compromiso con este algo valioso. Si educar es transmitir algo valioso, hay implicado en ello un logro, un alcanzar los fines propuestos. De esto se desprende la necesidad de un total compromiso de todos los agentes educadores con los valores que el acto educativo postula. Para lograr este propósito, el currículum cristiano debe proveer un ambiente sumergido en dichos valores, a fin de que se hagan carne en el educando como un modo de vida elegido libremente. Por supuesto, tal ambiente favorable debe ser construido en forma explícita en cuanto a su intencionalidad, aunque por su misma condición de ambiente abarque buena parte del "currículum implícito". De esta manera, si se quiere alcanzar efectivamente los fines del proceso educativo, todos quienes participan en la comunidad escolar deberán estar empapados de los valores subyacentes a dichos fines, de modo que los vivencien de verdad.
No hay educación sin idea de fin. Toda educación se orienta para alcanzar un objetivo mediato o inmediato. Siempre supone un estado que se quiere alcanzar y que es distinto del que se tiene originariamente. Por cierto, los fines particulares de la educación son innumerables, pero todos ellos han de estar siempre subordinados al fin general. Este fin general depende, como ya señaláramos, de la concepción de la vida, del sentido de la existencia humana, de la opinión que se tenga acerca de los valores.
La importancia de los fines radica en que nos ayudan a ver la meta a la cual apuntar, a ver hacia donde dirigir nuestros esfuerzos; en otras palabras, nos aclaran lo que es realmente valioso de lograr. ¿Y qué es lo más valioso de lograr en el proceso educativo cristiano? ¿Desarrollar el intelecto o el carácter, o quizá perfeccionar el cuerpo? A la luz de la concepción de educación ya citada, todos los aspectos del hombre deben merecer igual atención, ninguna capacidad debiera ser enfatizada en desmedro de otra(s). Por otra parte, se abre una gran disyuntiva. ¿Transmitir lo que es valioso para el niño o para el educador?
Ciertamente, nuestra concepción trascendentalista de la vida y de la educación nos lleva a buscar la respuesta en las Sagradas Escrituras. Proverbios 22:6 nos da una respuesta clara: el educador es quien señalará el camino. El niño no está en condiciones de ponderar lo que es de veras valioso y deseable. Por tanto, debe ser educado.
Sintetizando, educar debe ser para nosotros proponer lo valioso al niño y darle las herramientas cognitivas y espirituales para que en definitiva tome sus propias decisiones y escoja su personal camino. Sin embargo, como educadores cristianos no podemos jamás renunciar a poner el fundamento de la Palabra de Dios en el desarrollo de las personalidades en formación, pues la exhortación divina es categórica. Lo valioso, en consecuencia, es el conocimiento de Dios y de su voluntad. Y lo deseable es que cada ser humano entregue su voluntad al Altísimo, en una elección libre, auto-generada. Educar es, entonces, desde la perspectiva de la filosofía educacional adventista, capacitar para escoger los caminos trazados por la Divinidad y para que se haga aquello para lo cual fuimos traídos a la existencia: glorificar a Dios.
La misión del sistema educacional cristiano abarca:
1 Restaurar en la vida de los educandos la imagen del Creador.
2 Ofrecer a todos los niños, adolescentes y jóvenes una educación adventista integral y de calidad, a través de las unidades educativas de la Iglesia.
3 Preparar profesionales para servir a la Iglesia, ya sea como obreros o como dirigentes de las iglesias
4 Preparar administradores de las instituciones educacionales y profesores cristianos de alto nivel profesional, que estén integrados con la filosofía y los objetivos de la educación adventista, capaces de transmitir a Ios educandos la visión, misión, filosofía y valores de la misma.
Los Objetivos de la educación adventista
Los objetivos finales de la educación adventista, implícitos en lo que ha sido dicho concerniente a la naturaleza de la realidad, del hombre, del conocimiento y de los valores, son: llevar a cabo dentro del estudiante todo lo que se espera que debe llegar a ser, un hijo de Dios; prepararlo para el gozo del servicio a la humanidad en el mundo de hoy, en anticipación de un servicio aun más amplio en el mundo del futuro. Los objetivos específicos pueden clasificarse como religiosos, intelectuales, ocupacionales, estéticos, físicos y sociales.
Objetivo y misión: la educación adventista prepara a las personas para la utilidad y la alegría ; vidas plenas que promueven la amistad con Dios, el desarrollo integral de la persona, los valores fundamentados en la Biblia y el servicio altruista, de acuerdo con la misión adventista del séptimo día en el mundo.
Conquista de los objetivos: Las instituciones educacionales adventistas buscan alcanzar sus objetivos por medio de tres caminos simultáneos: (1) La influencia impelente del conocimiento, el discernimiento, Ia razón y la comprensión que son los resultados que se esperan del programa escolar; (2) mediante la influencia del ejemplo de las vidas del cuerpo académico y de la mayoría de los estudiantes; (3) por las normas y reglas sostenidas por la institución que, como mínimo, requieren conformidad de parte de todos los alumnos.
Ninguna organización, grande o pequeña, secular o religiosa, educativa o social, profesional o gubernamental, resistirá mucho tiempo en el cumplimiento de sus propósitos, a menos que sus líderes estén en armonía con su filosofía básica y estén comprometidos con la consecución de sus objetivos.
El carácter cristiano y el compromiso religioso están entre las más importantes calificaciones ocupacionales para desempeñarse en una escuela o colegio adventista. Sólo un profesor cristiano puede articular clara y persuasivamente las posiciones adventistas cuando chocan con las posiciones sostenidas por otros intelectuales. Sólo un profesor cristiano satisface las demandas de un colegio adventista, porque sólo él puede interpretar la relación que existe entre las posiciones que descansan principalmente en la fe, y las que descansan principalmente en la evidencia empírica.
Los estudiantes no son admitidos ni mantenidos en la institución si demuestran un profundo antagonismo hacia los ideales, objetivos y programas de la institución.
La comunidad institucional debe estar compuesta de profesores que, en la institución y fuera de él, sean verdaderamente lo que enseñan y de estudiantes que estén llegando a ser lo que están aprendiendo.
Objetivos generales
a. Fomentar la cooperación entre los padres, los educadores, la institución educacional y los miembros de la iglesia.
b. Velar por la enseñanza de las Escrituras Sagradas, que es el fundamento del sistema educacional adventista.
c. Promover los principios de la verdadera educación, establecidos en los escritos de Elena G. de White, teniendo en vista una educación integral.
d. Animar a los estudiantes a aceptar a Jesús como Salvador, consagrándole su vida sin reservas y cultivando una amistad diaria con él
e. Incentivar el desarrollo integral y armonioso de los estudiantes, teniendo en cuenta las dimensiones física, mental, espiritual y social de cada uno de ellos, tomando como ejemplo el desarrollo equilibrado de Cristo (Lucas 2:52).
f. Orientar y capacitar a los estudiantes para que procuren el objetivo principal de la educación, a saber, desarrollar un carácter noble, que se asemeje al del Creador, alcanzando todo el potencial como criaturas de origen divino.
g. Estimular a los estudiantes a desarrollar un pensamiento informado, independiente y responsable, para que puedan tomar decisiones basadas en los principios bíblicos.
h. Enseñar a los alumnos a apreciar lo noble, lo bello y lo justo, y a sobreponerse a todo lo que es impuro e indigno.
i. Transmitir a los educandos los principios de la buena salud, incluyendo una clara comprensión de las normas higiénicas y de la buena alimentación, así como del empleo del tiempo libre destinado a la recreación y los ejercicios saludables.
j. Ayudar a desarrollar en los educandos el concepto de la dignidad del trabajo y el perfeccionamiento de las habilidades, preparándolos para los deberes prácticos de la vida diaria y para escoger sabiamente su vocación profesional.
k. Enseñar a los estudiantes a tomar parte activa en, y apoyar la misión evangelizadora y restauradora que Jesucristo confió a la iglesia.
I. Incentivar a las instituciones educacionales para que ayuden a los estudiantes a cumplir sus responsabilidades como miembros del hogar paterno, preparándolos al mismo tiempo para la futura formación de sus hogares.
m. Capacitar a los estudiantes a ser ciudadanos útiles a la patria, la familia, la sociedad y a la Iglesia.
n. Animar a los estudiantes a prepararse para una educación continua durante la eternidad con Dios.
EPISTEMOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN ADVENTISTA
El verdadero conocimiento es la revelación que Dios hace de Sí mismo.
“En quien todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento están ocultos.” (Colosenses, 2:3)
“Dado que Dios es la fuente de todo el verdadero conocimiento, es, como hemos visto, el principal objetivo de la educación dirigir la mente a la revelación que él hace de Sí mismo.” (White, ED, p. 16)
Ese conocimiento debe ser apropiado individualmente, ya que la salvación es personal, nuestro culto debe ser racional y nuestra capacidad de pensar y actuar debe ser desarrollada.
“Os ruego, pues, hermanos, por las misericordias de Dios, que presentéis vuestro cuerpo en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es vuestro culto racional.” (Romanos, 12.1)
“Cada ser humano creado a la imagen de Dios es dotado de cierta facultad propia del Creador - la individualidad, la facultad de pensar y actuar. Los hombres en los cuales se desarrolla esta facultad son los que asumen responsabilidades, los que dirigentes en las empresas humanas, los que influencian en los caracteres. Es la obra de la verdadera educación adiestrar a los jóvenes para que sean pensantes y no meros reflectores del pensamiento de otros.” (White, op. cit., p. 17)
“Todo saber y desarrollo real tiene su fuente en el conocimiento de Dios. Para dondequiera que nos volvamos, sea para el mundo físico, intelectual el espiritual; en lo que sea que contemplemos, fuera de la mancha del pecado, se revela este conocimiento. Cualquiera que sea el ramo de investigación a que procedamos con un sincero propósito de llegar a la verdad, somos puestos en contacto con la Inteligencia invisible y poderosa que opera en todo y a través de todo. La mente humana es colocada en comunión con la mente divina, lo finito con lo infinito. El efecto de tal comunión sobre el cuerpo, el espíritu y el alma, está más allá de toda estimación.” (Ibíd., p. 14)
La producción del conocimiento secular deberá estar anclada en el conocimiento verdadero. Todos los que ejercen la función de mediadores entre el aprendiz y el objeto del conocimiento, deberán guiarse por una postura de intervención vía lenguaje. Eso estimulará las facultades mentales, de modo que la individualidad – la capacidad de pensar y actuar – sea construida. Tal individualidad no tendrá al individualismo una vez que esté alineada en el principio que defiende la solidaridad ("Amor al prójimo" y "Regla de Oro").
No hay límite para el conocimiento que debe desarrollar el hombre de forma armónica: mente, cuerpo y alma. Nuestra capacidad de raciocinio debe ser ejercitada. La interacción con Dios acontecerá de forma adecuada si tenemos discernimiento entre lo que es cierto y el que es errado. Solamente de ese modo, la interacción con el prójimo será guiada por la primera.
Como la fuente de todo conocimiento reside en Dios, la restauración de su imagen en el hombre sólo es posible si éste se apropia de ese conocimiento, a través de la interacción con su palabra revelada - la Biblia - y con el mundo creado.
Todo saber y desarrollo real tiene su fuente en el conocimiento de Dios. Para dondequiera que nos volvamos, sea para el mundo físico, intelectual el espiritual; en lo que sea que contemplemos, fuera de la mancha del pecado, se revela ese conocimiento. Cualquiera que sea el ramo de investigación a que procedamos con un sincero propósito de llegar a la verdad, somos puestos en contacto con la Inteligencia invisible y poderosa que opera en todo y a través de todo. La mente humana es colocada en comunión con la mente divina, lo finito con lo infinito. El efecto de tal comunión sobre el cuerpo, el espíritu y el alma, está más allá de toda estimación. (White, op. cit., p. 14)
La educación adventista no desprecia los contenidos de las diversas áreas del conocimiento humano. Todo el conocimiento acumulado por el hombre en el transcurso de la historia representa marcos señalizadores de las elecciones hechas por la humanidad a lo largo de su trayectoria y también evidencias de cómo Dios actúa. Ese conocimiento debe contribuir para la formación del carácter de aquel que estudia. Por eso, debe ser un estudio contextualizado y aplicado a la vida.
La realidad tiene múltiples dimensiones que pueden ser conocidas de diferentes maneras y dan origen a diferentes tipos de conocimiento que tienen diferentes propósitos. Las diversas vertientes del conocimiento debieran considerarse en una relación complementaria más que de antagonismo.
Debe tenerse alguna concepción de cómo juzgar la validez y funcionalidad de los diferentes tipos de conocimiento. Debe decidirse sobre cuáles fuentes de conocimiento emplear de acuerdo a la realidad que se quiere conocer y los propósitos que se quieren alcanzar
La Revelación es la comunicación de Dios en lo que concierne a la voluntad divina. El conocimiento revelado ha sido de primordial importancia en el campo de la religión. Difiere los otros tipos y de todas las otras fuentes de conocimiento al presuponer una realidad sobrenatural trascendente que irrumpe en el orden natural, social y cultural y lo sostiene.
La fuente del conocimiento revelado es Dios; sólo Él posee la verdad absoluta, aunque puede ser distorsionada en el proceso de la interpretación humana. Esta forma de conocimiento trascendente posee la clara ventaja de ser una fuente omnisciente de información no obtenible a través de otros métodos epistemológicos.
El educador debe comprender sus presuposiciones epistemológicas antes de poder realizar su labor didáctica de manera efectiva. De lo anterior se desprende que todas las disciplinas académicas se enfocan desde una perspectiva bíblica. En lugar de dejarse amoldar irreflexivamente por la cultura, los estudiantes aprenden a acercarse a ella con criterios bíblicos de discriminación y crítica.
El acto de conocer puede, por sus implicancias, modificar el ser del hombre y es por eso que la educación y la redención son procesos equivalentes; alcanza especial relevancia en el caso de la experiencia del conocimiento de Cristo y no es sólo un hecho intelectivo: implica un hacer y también una manera de conformar el ser en el tiempo y en el espacio (cronotopía). Es por eso que a los diferentes actores sociales les interesa mediar en el aprendizaje de éste.
Un Dios personal es la realidad necesaria y absoluta y que todo lo demás es contingente y relativo a El.
El origen del universo es un hecho que se halla más allá del alcance de la investigación humana directa, e incluso de los paradigmas más actuales de la ciencia y, puede ser conocido de mejor forma en la medida en que el Creador lo revela, por eso en caso de conflicto debe escogerse una fuente como prevaleciente sobre las otras, siendo la Revelación la que en nuestro concepto provee el marco de referencia básico por el cual evaluar las demás. Sin embargo, puesto que muchos procesos naturales pueden ser observados, manipulados y analizados, están sujetos a un aprendizaje por descubrimiento. Más aún, en tanto que la naturaleza exhibe un propósito en su diseño, su estudio es un camino hacia el conocimiento de su Autor.
Los motivos religiosos, además de las motivaciones intelectuales, no pueden estar ausentes en la labor investigativa. No sólo debe respetarse la ley natural como una descripción de la manera en que aparecen las cosas y de las modalidades de ser de ellas, sino que también debe verse en la naturaleza una gran manifestación de la ley divina y, en un cierto sentido, una indicación del carácter de Dios.
En la investigación, el trabajo debe realizarse de acuerdo con las leyes de la evidencia y a través de los medios disponibles. Los métodos de investigación son los usuales, pero los motivos para emprender un estudio determinado, las presuposiciones que influyen en la formulación de hipótesis y las teorías por las que se interpretan los datos pueden ser totalmente diferentes y más amplios en sus fundamentos.
La Biblia como texto inspirado por Dios se interpreta a sí misma constituyéndose en la base fundamental en la formación del hombre. Aceptamos la Biblia como la Palabra de Dios, criterio de verdad para la enseñanza y la doctrina.
El verdadero conocimiento es la revelación que Dios hace de Sí mismo.
“En quien todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento están ocultos.” (Colosenses, 2:3)
“Dado que Dios es la fuente de todo el verdadero conocimiento, es, como hemos visto, el principal objetivo de la educación dirigir la mente a la revelación que él hace de Sí mismo.” (White, ED, p. 16)
Ese conocimiento debe ser apropiado individualmente, ya que la salvación es personal, nuestro culto debe ser racional y nuestra capacidad de pensar y actuar debe ser desarrollada.
“Os ruego, pues, hermanos, por las misericordias de Dios, que presentéis vuestro cuerpo en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es vuestro culto racional.” (Romanos, 12.1)
“Cada ser humano creado a la imagen de Dios es dotado de cierta facultad propia del Creador - la individualidad, la facultad de pensar y actuar. Los hombres en los cuales se desarrolla esta facultad son los que asumen responsabilidades, los que dirigentes en las empresas humanas, los que influencian en los caracteres. Es la obra de la verdadera educación adiestrar a los jóvenes para que sean pensantes y no meros reflectores del pensamiento de otros.” (White, op. cit., p. 17)
“Todo saber y desarrollo real tiene su fuente en el conocimiento de Dios. Para dondequiera que nos volvamos, sea para el mundo físico, intelectual el espiritual; en lo que sea que contemplemos, fuera de la mancha del pecado, se revela este conocimiento. Cualquiera que sea el ramo de investigación a que procedamos con un sincero propósito de llegar a la verdad, somos puestos en contacto con la Inteligencia invisible y poderosa que opera en todo y a través de todo. La mente humana es colocada en comunión con la mente divina, lo finito con lo infinito. El efecto de tal comunión sobre el cuerpo, el espíritu y el alma, está más allá de toda estimación.” (Ibíd., p. 14)
La producción del conocimiento secular deberá estar anclada en el conocimiento verdadero. Todos los que ejercen la función de mediadores entre el aprendiz y el objeto del conocimiento, deberán guiarse por una postura de intervención vía lenguaje. Eso estimulará las facultades mentales, de modo que la individualidad – la capacidad de pensar y actuar – sea construida. Tal individualidad no tendrá al individualismo una vez que esté alineada en el principio que defiende la solidaridad ("Amor al prójimo" y "Regla de Oro").
No hay límite para el conocimiento que debe desarrollar el hombre de forma armónica: mente, cuerpo y alma. Nuestra capacidad de raciocinio debe ser ejercitada. La interacción con Dios acontecerá de forma adecuada si tenemos discernimiento entre lo que es cierto y el que es errado. Solamente de ese modo, la interacción con el prójimo será guiada por la primera.
Como la fuente de todo conocimiento reside en Dios, la restauración de su imagen en el hombre sólo es posible si éste se apropia de ese conocimiento, a través de la interacción con su palabra revelada - la Biblia - y con el mundo creado.
Todo saber y desarrollo real tiene su fuente en el conocimiento de Dios. Para dondequiera que nos volvamos, sea para el mundo físico, intelectual el espiritual; en lo que sea que contemplemos, fuera de la mancha del pecado, se revela ese conocimiento. Cualquiera que sea el ramo de investigación a que procedamos con un sincero propósito de llegar a la verdad, somos puestos en contacto con la Inteligencia invisible y poderosa que opera en todo y a través de todo. La mente humana es colocada en comunión con la mente divina, lo finito con lo infinito. El efecto de tal comunión sobre el cuerpo, el espíritu y el alma, está más allá de toda estimación. (White, op. cit., p. 14)
La educación adventista no desprecia los contenidos de las diversas áreas del conocimiento humano. Todo el conocimiento acumulado por el hombre en el transcurso de la historia representa marcos señalizadores de las elecciones hechas por la humanidad a lo largo de su trayectoria y también evidencias de cómo Dios actúa. Ese conocimiento debe contribuir para la formación del carácter de aquel que estudia. Por eso, debe ser un estudio contextualizado y aplicado a la vida.
La realidad tiene múltiples dimensiones que pueden ser conocidas de diferentes maneras y dan origen a diferentes tipos de conocimiento que tienen diferentes propósitos. Las diversas vertientes del conocimiento debieran considerarse en una relación complementaria más que de antagonismo.
Debe tenerse alguna concepción de cómo juzgar la validez y funcionalidad de los diferentes tipos de conocimiento. Debe decidirse sobre cuáles fuentes de conocimiento emplear de acuerdo a la realidad que se quiere conocer y los propósitos que se quieren alcanzar
La Revelación es la comunicación de Dios en lo que concierne a la voluntad divina. El conocimiento revelado ha sido de primordial importancia en el campo de la religión. Difiere los otros tipos y de todas las otras fuentes de conocimiento al presuponer una realidad sobrenatural trascendente que irrumpe en el orden natural, social y cultural y lo sostiene.
La fuente del conocimiento revelado es Dios; sólo Él posee la verdad absoluta, aunque puede ser distorsionada en el proceso de la interpretación humana. Esta forma de conocimiento trascendente posee la clara ventaja de ser una fuente omnisciente de información no obtenible a través de otros métodos epistemológicos.
El educador debe comprender sus presuposiciones epistemológicas antes de poder realizar su labor didáctica de manera efectiva. De lo anterior se desprende que todas las disciplinas académicas se enfocan desde una perspectiva bíblica. En lugar de dejarse amoldar irreflexivamente por la cultura, los estudiantes aprenden a acercarse a ella con criterios bíblicos de discriminación y crítica.
El acto de conocer puede, por sus implicancias, modificar el ser del hombre y es por eso que la educación y la redención son procesos equivalentes; alcanza especial relevancia en el caso de la experiencia del conocimiento de Cristo y no es sólo un hecho intelectivo: implica un hacer y también una manera de conformar el ser en el tiempo y en el espacio (cronotopía). Es por eso que a los diferentes actores sociales les interesa mediar en el aprendizaje de éste.
Un Dios personal es la realidad necesaria y absoluta y que todo lo demás es contingente y relativo a El.
El origen del universo es un hecho que se halla más allá del alcance de la investigación humana directa, e incluso de los paradigmas más actuales de la ciencia y, puede ser conocido de mejor forma en la medida en que el Creador lo revela, por eso en caso de conflicto debe escogerse una fuente como prevaleciente sobre las otras, siendo la Revelación la que en nuestro concepto provee el marco de referencia básico por el cual evaluar las demás. Sin embargo, puesto que muchos procesos naturales pueden ser observados, manipulados y analizados, están sujetos a un aprendizaje por descubrimiento. Más aún, en tanto que la naturaleza exhibe un propósito en su diseño, su estudio es un camino hacia el conocimiento de su Autor.
Los motivos religiosos, además de las motivaciones intelectuales, no pueden estar ausentes en la labor investigativa. No sólo debe respetarse la ley natural como una descripción de la manera en que aparecen las cosas y de las modalidades de ser de ellas, sino que también debe verse en la naturaleza una gran manifestación de la ley divina y, en un cierto sentido, una indicación del carácter de Dios.
En la investigación, el trabajo debe realizarse de acuerdo con las leyes de la evidencia y a través de los medios disponibles. Los métodos de investigación son los usuales, pero los motivos para emprender un estudio determinado, las presuposiciones que influyen en la formulación de hipótesis y las teorías por las que se interpretan los datos pueden ser totalmente diferentes y más amplios en sus fundamentos.
La Biblia como texto inspirado por Dios se interpreta a sí misma constituyéndose en la base fundamental en la formación del hombre. Aceptamos la Biblia como la Palabra de Dios, criterio de verdad para la enseñanza y la doctrina.
AXIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN ADVENTISTA
Lo que da sentido y dirección a nuestras vidas son los valores. Y ellos han de encontrarse en la única fuente que asegura estabilidad y ofrece autenticidad total: Dios. Todos los valores positivos han de ser cultivados, pero los valores religiosos deben ser la fuente que dé sentido y unifique desde la trascendencia toda la actividad humana, trayendo así al ser contingente de regreso a su Hacedor, el ser Necesario.
La visión de la realidad y la verdad conduce a una concepción de valores. Los principios de la axiología adventista se derivan de la Biblia, que es, en su sentido último, una revelación del carácter de Dios. Una orientación tal otorga preeminencia a los valores espirituales y humanos.
Los valores, asimilados en un proceso gradual, son afectos por los patrones culturales del momento, impuestos por la educación, los medios de comunicación de masas, la gente etc. Nuestro riesgo como educadores cristianos está en la penetración del secularismo y de una visión dualista de la realidad, lo que indudablemente ejerce poderosa influencia en la distorsión de nuestros valores cristianos .Nos preguntamos ¿Cómo podemos enfrentar el problema de cambiar algunos valores? La respuesta es vinculándonos con patrones de valores deseables, sin embargo esto debe ser precedido de un proceso que incluye:
. Toma de conciencia acerca de la existencia de valores
- Desarrollo de la sensibilidad acerca de ellos, en lo social, moral, estético etc.
- Análisis de los valores: descubrir los que están explícitos o implícitos en la enseñanza de la literatura, la historia, las ciencias, la economía etc.
- Clasificación de los valores según los que he descubierto en mi acción.
- Crítica de los valores a fin realizar decisiones respecto de ellos.
La Biblia enseña que las relaciones del hombre con Dios, con su prójimo, con el mundo en que vive y consigo mismo se han degenerado. El cristiano propone una escala de valores inmutable, distinta a la del mundo secular. Cristo afirmó que hay algo de más valor que lo material y los bienes temporales del mundo, y que aquellas cosas de mayor valor debieran constituir el fundamento y el objetivo de la actividad humana.
Se debe propender a:
- desarrollar los valores espirituales y humanos considerando al hombre más importante que las cosas y el individuo tan importante como el grupo.
- desarrollar valores materiales, tales como: la diligencia, esfuerzo, higiene, salud, la seguridad económica, laboriosidad, mayordomía, responsabilidad, temperancia, trabajo paciente, trabajo útil y la competencia vocacional,
- desarrollar valores intelectuales, tales como la autodisciplina, deber, facultad de pensar, facultad de elegir, orden, poder mental, verdad, veracidad, la investigación científica, los juicios válidos y la creatividad
- desarrollar valores estéticos, tales como el amor por la belleza, amor a la naturaleza, aprecio por la variedad, la consideración por la proporción, la sensibilidad ante la armonía;
- desarrollar los valores sociales, tales como el altruismo, amor al prójimo, justicia social, compasión, empatía, esfuerzo cooperativo, cortesía, derechos humanos, discreción, la interrelación apoyadora, generosidad, genio alegre, gozo en el servicio, hospitalidad, interés por el ser humano, prodigalidad, puntualidad, simpatía, tolerancia, unidad y la realización individual dentro del grupo.
- desarrollar los valores morales, tales como la abnegación, bondad, confianza, edificación del carácter, dominio propio, prudencia, fortaleza moral, fuerza de voluntad, honor, honradez, humildad, la integridad, justicia, orden, sencillez, valor para defender las convicciones y la solidaridad.
- desarrollar los valores religiosos, como el amor a Dios, amor a la palabra de Dios, La comunicación con Dios, conocimiento de Dios y sus propósitos, confianza, esperanza, fe, fidelidad, gratitud, obediencia, piedad, pureza, la adoración, reverencia, semejanza a Dios, la benevolencia adventista y la sensibilidad ante la santidad, y la libertad de conciencia.
A continuación trataré de considerar aquéllos que me parecen más relevantes, sin pretender confeccionar una lista exhaustiva.
a) En primer lugar, indudablemente, el amor, fundamento de la ley de Dios; el amor entendido como un principio rector de la conducta humana y no como un sentimiento. Es éste el principio de todo principio, el valor de todo valor. No habrá educación real si no prima el amor, si los componentes de la comunidad educativa no aman a su prójimo. ¿Qué educación, qué valores podríamos entregar al margen del amor?
b) El servicio, porque Cristo hizo de este valor el norte de su vida. No meramente en su acepción de utilización de las capacidades en tareas que tengan un significado social, sino referido a una acción mediante la cual una persona se da a sí misma en beneficio de otra en una entrega voluntaria, acompañada de auténtico gozo. Se trata, pues, de una experiencia maravillosa de encuentro pleno entre dos personas, una experiencia que nos permite mantener la verdadera relación con el prójimo y, por lo tanto, nos ayuda a ser personas, las personas que el Creador planeó.
c) La fe, porque sin ella "es imposible agradar a Dios" (Hebreos 11:6) y porque la fe es para el cristiano el puente entre la Palabra concedida y la realidad de la vida concedida; su vida es un transitar por ese puente sin jamás caer al vacío, una vida de fe, esa fe que permite vivir la palabra concedida como realidad actual.
d) El compromiso, que es consecuencia de la fe, porque se trata de tener una relación viva con lo que se cree y lo que se espera y no de simplemente reflejarlo en la subjetividad de la contemplación y del sentimiento religioso. Este compromiso ha de traducirse en una transformación medular de la vida y en una actitud esencial que se manifiesta tanto en público como en privado. La libertad es elección y adhesión: sólo es libre el hombre verdaderamente comprometido en la búsqueda de la verdad, en la construcción de su propia plenitud y de aquéllos con quienes comparte su vida.
e) El respeto, traducido en atención a las diferencias individuales y en respeto a la individualidad, lo que abarca la consideración por la originalidad o capacidad creadora, por la autonomía v el ejercicio de la libertad estimulando así un auto-perfeccionamiento de la capacidad para plantearse personalmente el personal proyecto de vida y para dirigir la propia vida.
f) La confianza, esto es, la capacidad de creer en el otro y de brindarle una mano amiga, de no privilegiar los controles y las reglas.
g) La libertad, que no significa ser capaz de hacer cualquier cosa, sino una autodeterminación en las propias acciones y decisiones. La libertad de la persona consiste en descubrir por sí mismo su vocación y adoptar por sí mismolos medios de realizarla. Es libertad de compromiso: el compromiso supone la libertad, no la elimina; es cierto que la limita, pero se trata de una limitación que es autoimpuesta por el sujeto, voluntariamente. Hay, en efecto, ciertos condicionamientos que en verdad no reprimen la libertad, como podría suponerse, sino que tienden a ayudar al proceso de ser libre. La libertad dice relación con valores. Está condicionada e invocada por ciertos valores, pues el acto libre no es un hacer arbitrario. Sólo son libres los actos humanos voluntarios, fruto de la reflexión.
Lo que da sentido y dirección a nuestras vidas son los valores. Y ellos han de encontrarse en la única fuente que asegura estabilidad y ofrece autenticidad total: Dios. Todos los valores positivos han de ser cultivados, pero los valores religiosos deben ser la fuente que dé sentido y unifique desde la trascendencia toda la actividad humana, trayendo así al ser contingente de regreso a su Hacedor, el ser Necesario.
La visión de la realidad y la verdad conduce a una concepción de valores. Los principios de la axiología adventista se derivan de la Biblia, que es, en su sentido último, una revelación del carácter de Dios. Una orientación tal otorga preeminencia a los valores espirituales y humanos.
Los valores, asimilados en un proceso gradual, son afectos por los patrones culturales del momento, impuestos por la educación, los medios de comunicación de masas, la gente etc. Nuestro riesgo como educadores cristianos está en la penetración del secularismo y de una visión dualista de la realidad, lo que indudablemente ejerce poderosa influencia en la distorsión de nuestros valores cristianos .Nos preguntamos ¿Cómo podemos enfrentar el problema de cambiar algunos valores? La respuesta es vinculándonos con patrones de valores deseables, sin embargo esto debe ser precedido de un proceso que incluye:
. Toma de conciencia acerca de la existencia de valores
- Desarrollo de la sensibilidad acerca de ellos, en lo social, moral, estético etc.
- Análisis de los valores: descubrir los que están explícitos o implícitos en la enseñanza de la literatura, la historia, las ciencias, la economía etc.
- Clasificación de los valores según los que he descubierto en mi acción.
- Crítica de los valores a fin realizar decisiones respecto de ellos.
La Biblia enseña que las relaciones del hombre con Dios, con su prójimo, con el mundo en que vive y consigo mismo se han degenerado. El cristiano propone una escala de valores inmutable, distinta a la del mundo secular. Cristo afirmó que hay algo de más valor que lo material y los bienes temporales del mundo, y que aquellas cosas de mayor valor debieran constituir el fundamento y el objetivo de la actividad humana.
Se debe propender a:
- desarrollar los valores espirituales y humanos considerando al hombre más importante que las cosas y el individuo tan importante como el grupo.
- desarrollar valores materiales, tales como: la diligencia, esfuerzo, higiene, salud, la seguridad económica, laboriosidad, mayordomía, responsabilidad, temperancia, trabajo paciente, trabajo útil y la competencia vocacional,
- desarrollar valores intelectuales, tales como la autodisciplina, deber, facultad de pensar, facultad de elegir, orden, poder mental, verdad, veracidad, la investigación científica, los juicios válidos y la creatividad
- desarrollar valores estéticos, tales como el amor por la belleza, amor a la naturaleza, aprecio por la variedad, la consideración por la proporción, la sensibilidad ante la armonía;
- desarrollar los valores sociales, tales como el altruismo, amor al prójimo, justicia social, compasión, empatía, esfuerzo cooperativo, cortesía, derechos humanos, discreción, la interrelación apoyadora, generosidad, genio alegre, gozo en el servicio, hospitalidad, interés por el ser humano, prodigalidad, puntualidad, simpatía, tolerancia, unidad y la realización individual dentro del grupo.
- desarrollar los valores morales, tales como la abnegación, bondad, confianza, edificación del carácter, dominio propio, prudencia, fortaleza moral, fuerza de voluntad, honor, honradez, humildad, la integridad, justicia, orden, sencillez, valor para defender las convicciones y la solidaridad.
- desarrollar los valores religiosos, como el amor a Dios, amor a la palabra de Dios, La comunicación con Dios, conocimiento de Dios y sus propósitos, confianza, esperanza, fe, fidelidad, gratitud, obediencia, piedad, pureza, la adoración, reverencia, semejanza a Dios, la benevolencia adventista y la sensibilidad ante la santidad, y la libertad de conciencia.
A continuación trataré de considerar aquéllos que me parecen más relevantes, sin pretender confeccionar una lista exhaustiva.
a) En primer lugar, indudablemente, el amor, fundamento de la ley de Dios; el amor entendido como un principio rector de la conducta humana y no como un sentimiento. Es éste el principio de todo principio, el valor de todo valor. No habrá educación real si no prima el amor, si los componentes de la comunidad educativa no aman a su prójimo. ¿Qué educación, qué valores podríamos entregar al margen del amor?
b) El servicio, porque Cristo hizo de este valor el norte de su vida. No meramente en su acepción de utilización de las capacidades en tareas que tengan un significado social, sino referido a una acción mediante la cual una persona se da a sí misma en beneficio de otra en una entrega voluntaria, acompañada de auténtico gozo. Se trata, pues, de una experiencia maravillosa de encuentro pleno entre dos personas, una experiencia que nos permite mantener la verdadera relación con el prójimo y, por lo tanto, nos ayuda a ser personas, las personas que el Creador planeó.
c) La fe, porque sin ella "es imposible agradar a Dios" (Hebreos 11:6) y porque la fe es para el cristiano el puente entre la Palabra concedida y la realidad de la vida concedida; su vida es un transitar por ese puente sin jamás caer al vacío, una vida de fe, esa fe que permite vivir la palabra concedida como realidad actual.
d) El compromiso, que es consecuencia de la fe, porque se trata de tener una relación viva con lo que se cree y lo que se espera y no de simplemente reflejarlo en la subjetividad de la contemplación y del sentimiento religioso. Este compromiso ha de traducirse en una transformación medular de la vida y en una actitud esencial que se manifiesta tanto en público como en privado. La libertad es elección y adhesión: sólo es libre el hombre verdaderamente comprometido en la búsqueda de la verdad, en la construcción de su propia plenitud y de aquéllos con quienes comparte su vida.
e) El respeto, traducido en atención a las diferencias individuales y en respeto a la individualidad, lo que abarca la consideración por la originalidad o capacidad creadora, por la autonomía v el ejercicio de la libertad estimulando así un auto-perfeccionamiento de la capacidad para plantearse personalmente el personal proyecto de vida y para dirigir la propia vida.
f) La confianza, esto es, la capacidad de creer en el otro y de brindarle una mano amiga, de no privilegiar los controles y las reglas.
g) La libertad, que no significa ser capaz de hacer cualquier cosa, sino una autodeterminación en las propias acciones y decisiones. La libertad de la persona consiste en descubrir por sí mismo su vocación y adoptar por sí mismolos medios de realizarla. Es libertad de compromiso: el compromiso supone la libertad, no la elimina; es cierto que la limita, pero se trata de una limitación que es autoimpuesta por el sujeto, voluntariamente. Hay, en efecto, ciertos condicionamientos que en verdad no reprimen la libertad, como podría suponerse, sino que tienden a ayudar al proceso de ser libre. La libertad dice relación con valores. Está condicionada e invocada por ciertos valores, pues el acto libre no es un hacer arbitrario. Sólo son libres los actos humanos voluntarios, fruto de la reflexión.
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