PROPÓSITO Y SIGNIFICADO DE LA EDUCACIÓN ADVENTISTA EN ELENA G. DE WHITE
“La palabra educación viene del Latín educare, sacar. En un sentido amplio significa no solamente fomentar el pensamiento creador y el conocimiento del estudiante, sino sacar a la humanidad del predicamento en que está. Y ese predicamento, de acuerdo con los puntos de vista judíos y cristianos, difiere radicalmente de la perfección original que Dios estableció en la creación.” (Youngberg, 1994, p. 69).
Por su parte, E. G. de White tuvo una muy comprehensiva y correcta concepción de la educación. Ella vio la educación y la redención como una sola uno y la misma. Su concepción de la educación fue práctica y con valor terrenal, pero al mismo tiempo con implicancias eternas.
El propósito de la Educación. La cita que mejor resume su propósito de la educación afirma que: “Restaurar en el hombre la imagen de su Hacedor, traerlo de vuelta a la perfección en que fue creado, promover el desarrollo del cuerpo, la mente, y el alma, que el propósito divino en su creación pudiera ser entendido – ésta debía ser la obra de redención. Éste es el objetivo de la educación, el gran objetivo de la vida.” (White, 1903, p. 15-16)
El Significado de la Educación. La Sra. White señala que: “La verdadera educación significa más que la prosecución de un cierto curso de estudios. Significa más que una preparación para la vida actual. Tiene que ver con todo el ser, y con todo el período de existencia accesible para el hombre. Es el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales. Prepara al estudiante para el gozo del servicio en este mundo y para el gozo superior de un servicio más amplio en el mundo venidero.” (White, 1903, p. 13)
Ella además afirma que: “En el más elevado sentido la obra de la educación y la obra de redención son una, porque en la educación, como en la redención, “otro fundamento no puede poner el hombre salvo el que está puesto, que es Jesucristo” (White, 1903, p. 30).
Ella explica que:
El que coopera con el propósito divino en impartir a la juventud un conocimiento de Dios, y moldear el carácter a la armonía con el Suyo, hace una obra elevada y noble. En tanto despierta un deseo de alcanzar el ideal de Dios, presenta la educación que es tan elevada como el cielo y tan amplia como el universo; la educación que no puede ser completada en esta vida, pero que será continuada en la vida por venir; la educación que asegura al estudiante exitoso su pasaporte desde la escuela preparatoria de la tierra hasta el nivel superior, la escuela de arriba (White, 1903, p. 19).
Su más significativa declaración se relaciona con la naturaleza del educando. Ella enfáticamente afirma que:
Todo ser humano, creado a la imagen de Dios, está dotado con un poder semejante al del Creador –la individualidad, el poder para pensar y hacer. . . . Es la obra de la verdadera educación desarrollar este poder, capacitar a la juventud para ser pensadores, y no meros reflectores de los pensamientos de otros hombres. En vez de confinar su estudio a lo que los hombres han dicho o escrito, que los estudiantes sean dirigidos a las fuentes de verdad, a los vastos campos abiertos para investigación en la naturaleza y la revelación. Que contemplen los grandes hechos del deber y el destino, y la mente se expandirá y fortalecerá. En vez de educados debiluchos, las instituciones de aprendizaje pueden estimular a los hombres a pensar y actuar fuertes, los hombres que son maestros y no esclavos de circunstancias, los hombres que poseen claridad de pensamiento y coraje por sus convicciones (White, 1903, p. 17-18).
jueves, 28 de mayo de 2009
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